Una fría noche de noviembre de 1942,
ya entrada la madrugada, un grupo de mujeres
jóvenes es escoltado a través
del bosque por oficiales de las SS en dirección
a "la guarida del lobo", el cuartel
general de Hitler en Prusia Oriental.
Son candidatas al puesto de secretaria
personal del Führer. Entre ellas, se
encuentra Traudl Junge (Alexandra Maria
Lara), una joven de veintidós años
procedente de Munich. Las mujeres son conducidas
a la sala adyacente a la oficina privada
de Hitler. Están ansiosas por dar
una buena imagen. La puerta de la oficina
se abre y Adolf Hitler (Bruno Ganz) entra
en la sala.
Las mujeres se ponen en pie y el Führer
las saluda, una a una, estrechándoles
la mano y preguntándoles de dónde
son. Traudl resulta ser la elegida para
el puesto y no cabe en sí de la alegría
al pensar que va a servir a su Führer.
Berlín, 20 de abril de 1945: Hitler
se ha retirado al sistema de búnkers
que se encuentra bajo la cancillería
alemana. Traudl Junge duerme en su habitación,
a gran profundidad bajo tierra, cuando el
temblor del fuego de artillería la
despierta. El enemigo se acerca.
El ejército ruso está estrechando
el cerco sobre Berlín. La capital
está reducida a escombros. La derrota
de Alemania es inevitable. Sólo unos
cuantos soldados siguen luchando en las
calles ayudados por las milicias populares
Volkssturm y los niños de las Juventudes
Hitlerianas.
Uno de ellos, Peter (Donevan Gunia), de
trece años, ha logrado destruir con
éxito dos tanques rusos. Su padre
(Karl Kranzkowski), claramente turbado por
la visión de su hijo manejando un
lanzacohetes, le suplica que deje el arma
y regrese a casa. El chico se niega y su
padre avisa al pequeño grupo de milicianos
que todo está perdido y que en pocos
días estarán todos muertos.
Mientras, en el búnker de Hitler,
su amante, Eva Braun (Juliane Köhler),
está preparando la celebración
del 56 aniversario del Führer. Los
dirigentes del régimen nazi se reúnen,
por última vez, ante una copa de
champagne. Entre ellos se encuentra el ministro
del Interior, Heinrich Himmler (Ulrich Noethen),
que le pide a Hitler que abandone Berlín
para refugiarse en un lugar más seguro.
Hitler se niega, no piensa abandonar la
ciudad.
El segundo de Himmler es Herman Fegelein
(Thomas Krestchmann), marido de la hermana
a la que Eva adora. Fegelein pide a su cuñada
que convenza a Hitler de que abandone Berlín,
ya que es cuestión de días
que los aliados lleguen a la cancillería.
Mientras la ciudad arde sobre sus cabezas,
Hitler y su ministro de Propaganda, Josef
Goebbels (Ulrich Matthes) siguen esperando
una victoria final. Hitler ordena a lo que
queda de su ejército que regrese
a Berlín. Sus generales no sólo
no contravienen sus órdenes, sino
que hacen todo lo posible por cumplirlas.
Hitler dice a Albert Speer (Heino Ferch),
ministro de Armamento y consejero personal
suyo, que, una vez Alemania haya ganado
la guerra, el bombardeo de las ciudades
facilitaría la recogida de los escombros
y el comienzo de la reconstrucción.
Speer también le pide que abandone
la capital para salvarse a sí mismo,
a la ciudad y a sus habitantes de la destrucción.
Hitler le responde que o gana en Berlín
o afrontará su derrota. En este último
caso, ordena a Speer que destruya toda Alemania
y que no deje al enemigo más que
"tierra quemada".
La lucha es encarnizada en cada esquina
de Berlín. El Ejército Rojo
está cada vez más cerca. Los
escuadrones de la muerte de las SS deambulan
ejecutando a cualquier sospechoso de haberse
rendido. La última de las fuerzas
alemanas se retira de la capital llevándose
con ella los alimentos y suministros que
quedaban.
Un médico del ejército, el
doctor Schenck (Christian Berkel), se niega
a abandonar la ciudad y se queda para ayudar
a la población en la medida de sus
posibilidades. Se dirige a lo que queda
de un hospital y allí colabora con
el doctor Werner Haase (Matthias Habich),
uno de los médicos personales de
Hitler, atendiendo a los heridos.
Al darse cuenta de que el final está
cerca, Goebbels trae a su mujer, Magda (Corinna
Harfouch), y a sus seis pequeños
hijos al búnker. Traudl se alegra
de la llegada de los niños, pues
para ella son la prueba viviente de que
no todo está perdido, de que hay
motivos para la esperanza.
Cuando Hitler tiene noticia de que Himmler
está intentando pactar una rendición
con los estadounidenses, ordena que lo arresten.
Luego exige ver a Fegelein, el ayudante
de Himmler. Pero nadie consigue encontrarlo
en el búnker. Hitler ordena que encuentren
al joven y lo ejecuten. Eva Braun le suplica
que no mate a su cuñado, pero Hitler
no escucha sus ruegos.
Más tarde encuentran a Fegelein
borracho en la cama de una prostituta. Lo
arrastran al jardín y, en el último
instante, al darse cuenta de la suerte que
le espera, Fegelein se pone derecho, se
abrocha el uniforme y hace el saludo nazi.
En su última aparición pública,
Hitler sale del búnker a los jardines
de la cancillería. Fuera le espera
un grupo de niños (lo que quedaba
del que fuera su poderoso ejército),
a los que condecora con medallas por su
servicio militar al Reich. Entre ellos se
encuentra el joven Peter.
El 29 de abril, los rusos llegan al centro
de Berlín. Nadie puede negar que
la guerra está perdida, ni tan siquiera
Peter, el niño soldado. Peter corre
a su casa y descubre que sus padres han
sido asesinados por un escuadrón
de la muerte de las SS.
Los soldados del búnker están
bebiendo e intercambiando ideas sobre la
mejor forma de suicidarse. Hitler, solo
en su habitación, observa el retrato
de su héroe, Federico II, y planea
las últimas fases del hundimiento.
Aquella noche, Hitler dicta su testamento
a Traudl y luego se casa con Eva (con Goebbels
y Boorman de testigos).
A continuación habla tranquilamente
del suicidio con su médico para asegurarse
de que no será capturado con vida.
Luego le pide a su ayudante personal, Otto
(Götz Otto), que posteriormente queme
su cadáver. Albert Speer viene a
despedirse del Führer. Antes de abandonar
el búnker, Speer ruega a la Sra.
Goebbels que huya con sus hijos. Pero ella
le contesta que no quiere que sus hijos
vivan en un mundo sin nacionalsocialismo.
Al día siguiente, Hitler reúne
a su personal para la despedida final. Entrega
a Magda Goebbels una medalla a la madre
más valiente. Da las gracias por
la deliciosa comida y se despide de Traudl
y de sus compañeras. Hitler y su
esposa se retiran entonces a sus estancias
privadas. Se oye un disparo, prácticamente
ahogado por el ruido del fuego de artillería.
Otto y sus subordinados cumplen la última
voluntad de Hitler y queman los cadáveres
en una zanja sobre el búnker.
Goebbels y los generales se niegan a aceptar
la rendición exigida por los rusos.
La situación es desesperada. Magda
Goebbels administra un somnífero
a sus hijos antes de acostarlos. Más
tarde entra en su habitación y los
envenena con calma uno a uno, mientras su
marido espera fuera. Luego, en los jardines
de la cancillería, Josef Goebbels
dispara a su mujer y luego a sí mismo.
La noticia de la muerte de Hitler recorre
las calles de Berlín, donde la lucha
continúa. Junto a un pequeño
grupo de habitantes del búnker, Traudl
Junge consigue llegar a una fábrica
de cerveza donde unos oficiales de las SS
y varios soldados se han refugiado para
luchar hasta la última bala.
Traudl se da cuenta de que la única
posibilidad que tiene de sobrevivir consiste
en pasar andando frente al Ejército
Rojo. Se dirige, vacilante, hacia la muchedumbre
de rusos victoriosos. De repente un niño
le agarra la mano. Se trata de Peter. Los
rusos los dejan pasar sin problemas al tomarlos
por madre e hijo
Ficha técnica
Alemania - 2004
Título original: Der Untergang
Dirección: Oliver Hirschbiegel
Productor: Bernd Eichinger
Guionista: Bernd Eichinger
Fotografía: Rainer Klausmann
Montaje: Hans Funck
Música: Stephan Zacharias
Ficha artística
Bruno Ganz (Adolf Hitler), Alexandra Maria
Lara (Traudl Junge), Corinna Harfouch (Magda
Goebbels), Ulrich Matthes (Joseph Goebbels),
Juliane Köhler (Eva Braun), Heino Ferch
(Albert Speer), Christian Berkel (Prof.
Dr. Ernst-Günter Schenck), Matthias
Habich (Prof. Dr. Werner Haase), Thomas
Kretschmann (SS-Gruppenführer Hermann
Fegelein), Michael Mendl (General der Artillerie
Helmuth Weidling).